Se avecina una nueva oleada de fusiones bancarias que, si se produce en los términos que baraja el sector, será más parecida a un tsunami que a una marejadilla. El único espigón que frena la riada es el poder Ejecutivo o, más bien, su ausencia a la luz del complicado tablero parlamentario que dibujaron las elecciones del 20-D.
Está claro que, tarde o temprano, se va a producir una oleada de integraciones. Va a haber “un montón de fusiones”, ha asegurado a SABEMOS el director del área del Sector Financiero de IE Business School y profesor del IE, Manuel Romera. “No sé si será este año o este año y el siguiente, pero va a haber un gran número de integraciones”, ha recalcado.
“En España hemos pasado de 46 entidades financieras a 14. Ahora tenemos 14 yprobablemente acabaremos entre 4 y 7”, ha vaticinado.
Sin embargo, todavía hay flecos pendientes.
“El parón electoral va a frenar cualquier operación en estos primeros 6 meses”, han asegurado fuentes del sector financiero. “Las 3 grandes [Santander, BBVA y CaixaBank] están esperando al nuevo Gobierno para dar el pistoletazo de salida”, han precisado.
En cuanto al orden, en la agenda de la banca aparece como prioridad número 1 la integración de los conocidos como los siete enanitos del sector, por sus dimensiones relativamente reducidas: Abanca, Bankinter, BMN, Ibercaja, Kutxabank, Liberbank y Unicaja.
“Entre los 3 grandes deben tener repartida ya la tarta, como se repartieron con el Ministerio de Economía las anteriores”, han explicado las fuentes del sector consultadas.
Con estos movimientos, los 3 principales bancos del país buscarían devorar “lo poco que queda del pastel”. Así, durante 2016 aumentarían su cuota de mercado y emprenderían ajustes de plantilla, con el objetivo de llegar “más o menos limpios” a 2017, el año que tiene marcado Bankia como límite para volver a manos privadas.
Está establecido que Bankia se privatice antes del 31 de diciembre de 2017. No obstante, el límite está fijado en una ley española y no existe ninguna exigencia por parte de Europa para que el Estado se deshaga de la entidad. “Las leyes se cambian y no pasa absolutamente nada. Hay entidades europeas que llevan 6 o 7 años y no se ha exigido nada”, han aclarado otras fuentes del mercado.
Asimismo han afirmado que esta es “una entidad muy atractiva” para otros competidores, sobre todo por su amplia cartera de clientes.
Es una idea que también ha defendido Manuel Romera, quien cree que Bankia está siendo gestionada, al menos en apariencia, de una manera “extraordinaria”, lo que le “está dando credibilidad en el mercado”. En su opinión, los dos máximos responsables (el presidente, José Ignacio Goirigolzarri, y el consejero delegado, José Sevilla) son “muy buenos” gestores.
Pero la reprivatización del banco va a estar supeditada a la política del Gobierno que finalmente se consolide.
“Depende del Gobierno que venga, porque puede venir con dos filosofías: con la idea de no vender hasta que la acción se revalorice, para no perder dinero; o tambien puede venir y decir que quiere vender porque cree que el sector bancario va a tardar en dar réditos”, han indicado las fuentes del sector consultadas.
Este segundo escenario es el que, precisamente, se da en la actualidad, con las cotizaciones de las principales firmas financieras fuertemente presionadas. Y no sólo por el mal momento del sector: las caídas bursátiles generalizadas hacen que este no sea un buen momento para vender.
Pero más allá de la rentabilidad de una hipotética operación de venta existen otros factores que pueden ralentizar o anular la reprivatización de Bankia.
La suspensión de la salida de la entidad es una posición en la que se coloca Podemos. La formación morada defiende la permanencia de Bankia en manos del Estado para disponer de una gran banca pública desde la que articular sus políticas económicas, un planteamiento que choca con los principios del presidente del banco, José Ignacio Goirigolzarri, quien cree en una gestión eficiente y con criterios de mercado.
En cualquier caso, la puesta a la venta de Bankia o su permanencia en manos del Estado más allá de 2017 puede determinar cómo se desata el seísmo bancario, dado que aquellos que se planteen su adquisición habrían de mirar hacia otras entidades para ampliar su perímetro.
Y siempre hay más gacelas en la sabana.
EL POPULAR UNA PRESA DESCARTADA
Una de las operaciones de concentración que se barajan desde hace un tiempo es la integración del Banco Popular con alguno de los 3 grandes del sector. Durante algún tiempo sonó CaixaBank como posible comprador.
“Ya interesó, ya hubo acercamientos y reuniones; aquello no llegó a ningún lado. La idiosincrasia del Popular la hace una operación dificilísima, pero en Barcelona siguen con el ojo puesto en el negocio del Popular. Por lo que supone para ellos [CaixaBank] el negocio corporativo, por lo que supone para ellos Madrid”, han detallado las fuentes del mercado consultadas.
Sin embargo, el presidente de la entidad con sede en Barcelona negó la mayor durante la presentación de resultados de CaixaBank. Según el directivo no se está estudiando ninguna operación ni hay “ninguna operación en marcha”.
“No he visto al presidente del Popular en 4 años”, zanjó entonces Fainé.
Por su parte, desde Banco Popular han rechazado comentar ningún rumor, al tiempo que han recordado su postura, que es la de “liderar” cualquier operación corporativa en caso de que se produzca.
También hay otros candidatos de mayor tamaño que podrían integrarse en los grandes, como por ejemplo el Banco Sabadell. Puede que tarde en llegar o que nunca se produzca esta operación dado que hace falta mucho músculo para digerir una entidad de estas dimensiones. Tiene una capitalización bursátil de alrededor de 8.000 millones de euros, casi el doble que el Popular.
Esta supuesta oleada de fusiones que todavía está por llegar no es casual ni espontánea. De hecho, fue alentada por el subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy.
“Aunque el grado de consolidación de la industria ha aumentado apreciablemente en los últimos años, pudiera existir todavía en España algún margen para la ejecución de operaciones corporativas que generen valor a los accionistas de las entidades involucradas y refuercen la eficiencia del conjunto del sector bancario", afirmó Restoy la pasada primavera.
La principal razón para que los reguladores apoyen las fusiones, según Manuel Romera, es bien sencilla: la banca, tal y como está, no funciona bien.
“El problema es que los bancos no tienen suficiente rentabilidad. Esto viene de que los bancos centrales están pidiéndoles que sean enormemente solventes, pero no les importa si son rentables o no”, ha aseverado Romera.
Las mayores exigencias de fondos propios y provisiones erosionan la cuenta de resultados de las entidades financieras, por lo que su rentabilidad se ve mermada. Por ejemplo, la normativa de solvencia bancaria IFRS 9 va incrementar el nivel de provisiones de estas firmas en un 35%, según algunos informes de analistas. Ese va a ser un gran sumidero de beneficios.
Además, el financiero es un mercado “muy competido”, según Romera. “Siempre hay alguien que presta el dinero más barato y el dinero se ve como uncommodity. El dinero no tiene ningún valor añadido, da igual que te lo deje un banco u otro. Al final, en esa competencia tienes poco margen”, ha explicado el profesor del IE.
Por si no fuera poco, los tipos de interés están bajo mínimos, en los aledaños del 0%, así que los márgenes que pueden extraer los bancos de la actividad crediticia son escuálidos. Si a unos intereses menores como consecuencia de la política monetaria se les resta unas mayores provisiones y un incremento de las exigencias fondos propios, entonces “llueve sobre mojado”, ha resumido Romera.
Lo que más puede preocupar es que el mercado financiero se convierta en un sector oligopolístico, aunque esa es una consecuencia que tampoco se puede extraer directamente de las fusiones bancarias.
“Me imagino que entre los 7 bancos que queden también competirán, ninguno se va a sentir el hermano de otro”, ha sintetizado Manuel Romera, quien cree que el consumidor se va a ver “relativamente poco” afectado.
Al fin y al cabo, la regulación en materia de Competencia impide tanto fijar precios por debajo del coste como pactar precios entre empresas del mismo sector.
En un informe de 2014, BBVA Research recoge varios estudios acerca de las concentraciones financieras. Entre sus conclusiones, esta institución explica que los bancos más grandes se benefician de una imagen de marca más consolidada y pueden aprovecharse de las economías de escala para tener más éxito en la comercialización de productos nuevos.
Además, a mayor tamaño más oportunidades hay de diversificar la actividad por geografías o por segmentos comerciales, algo que también defiende Romera.
Teniendo en cuenta las variables observadas por el informe, BBVA Research concluye que una alta concentración del sector no tiene un impacto negativo sobre la competencia; hay otros factores que importan más, fundamentalmente los relacionados con la regulación y la estabilidad institucional.
Ahí es donde está el principal freno al proceso de concentraciones. Si Podemos acaba participando en algún pacto para constituir el Gobierno de esta legislatura, es posible que la legislación laboral se endurezca. Esto implicaría que los grandes bancos resultantes de las integraciones no podrían reducir gastos vía despidos, así que estarían en las mismas.
Si por el contrario gana el tour de force una hipotética coalición PSOE-Ciudadanos, quizás habría algo más de manga ancha. Al menos, según Romera, la política será “menos cambiante”.
Los bancos van a esperar a que alguien le ponga el cascabel al gato, a que esté el futuro definido, para tirar a pichón parado.
Pablo Bronte
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