Las aguas laborales bajan revueltas en el sector bancario. Caixabank no es una excepción, sobre todo por el personal sobrante tras la compra y posterior integración de Banca Cívica. El ajuste de personal ha afectado a unos 1.500 empleados de sucursales y de centros corporativos. Los principales directivos también están bajo la lupa tras la evaluación encargada a un headhunter.
Isidro Fainé pidió hace unos meses a Egon Zehnder una revisión de las “habilidades y características” de la segunda y tercera línea ejecutiva de Caixabank. Así lo han confirmado fuentes próximas a la entidad con sede en Barcelona, las cuales explican que se trata de una labor de análisis de las cualidades de la cúpula directiva que se hace cada tres o cuatro años. En Caixabank han declinado hacer ningún comentario sobre esta información.
“Es un trabajo para detectar el talento, la predisposición de la personas con más salarios a adaptarse a las nuevas necesidades de la empresa”, argumentan fuentes del sector de los cazatalentos. “Algo que se suele encargar a un especialista cada cierto tiempo para después utilizar las conclusiones con el objetivo de justificar determinadas medidas organizativas”, añaden. Algo muy en boga en el sector bancario por la brusca reestructuración a la que se están sometiendo las entidades financieras.
Por lo que respecta a Caixabank, el banco tiene que seleccionar a nuevos directivos que se hagan cargo de los centros territoriales heredados de la compra de Banca Cívica, especialmente en Canarias, Andalucía, Castilla y León y Navarra, cuatro de las comunidades donde operan Caja Canarias, CajaSol, Caja Burgos y CAN. Además, tiene que elegir a varios directivos para estar encima de sus inversiones en bancos extranjeros (Inbursa, Erste Bank, BPI, etc..) y a otros para coordinar las oficinas de representación en el exterior.
No obstante, el fantasma de los ajustes sobrevuela también por la alta dirección de Caixabank, formada por unos 200 elegidos. El banco liderado por Isidro Fainé y Juan María Nin siempre ha recurrido a pactos amistosos, ya fuera mediante prejubilaciones o bajas voluntarias para renovar tanto a la plantilla como a las líneas ejecutivas. Pero la integración de Banca Cívica le obligó a adoptar a medidas más drásticas, como la suspensión temporal de empleo de varios cientos de empleados y el despido de otros al no alcanzarse la cifra de 1.500 recortes por la vía del pacto.
Pero lo más curioso es que la evaluación de la alta dirección de Caixabank ha sido encargada por Fainé a Egon Zehnder, la misma firma a la que Rodrigo Rato confió la elección de su cúpula ejecutiva de Caja Madrid. Eso sucedió a principios de 2010, apenas un mes después de su desembarco en la entidad madrileña y pocos meses antes del anunció de su integración con Bancaja. El resultado es el que todos conocen: Bankia en bancarrota y rescatada por el Estado y un gran número de directivos despedidos.
El trabajo no debió de ser del gusto de Rato, que para encontrar un consejero delegado se puso en manos de Seeliger y Conde, otra firma de prestigio del sector de los cazatalentos. Porque, pese a su colaboración con Caja Madrid, Egon Zhender es una de las empresas más reconocidas. Cuenta con 420 consultores, distribuidos en 64 oficinas repartidas por 38 países, desde Canadá hasta Australia. En España, su sede operativa la dirige Pablo Sagnier, a quien el Banco de España contrató para supervisar a los directivos de las cajas nacionalizadas.
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