miércoles, 17 de abril de 2013

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A Isidre...

Nos deja un compañero una singular pieza de oficio, que como en otras ocasiones no tiene desperdicio:


Fines de semana y tardes,
casi noches, en la caja.
Y ahora viene la rebaja:
“Que la cosa está que arde
y separar polvo y paja
se resuelve en un alarde.
Ni tarta ni las migajas.
¡Que la Moreneta os guarde!”

San Isidre cobrador
de dos millones larguillos;
tu discurso, director,
no es un clavo salvador
de un golpe, sino un tornillo
retorcido o aún peor,
pues presumes con el brillo
del Amo, no del gestor.

Debes saber, dios de saldo,
que nos vendes en tu credo
felicidad que tu dedo
ha reducido a un remedo,
disparándonos torpedos
a manos de esos heraldos
que han ido sembrando el miedo
con promesas de aguinaldos.

¿Qué prisas o qué percances
desharán tantas familias?
¿Qué partida del balance
pone tu alma en vigilia?
Tanta fobia y poca filia,
¿son productos de algún trance?

Pero ¿qué es lo que te pasa?
¡Qué insistencia en que tu oficio
piense sólo en beneficios
y en vaciar los edificios
de oficinas; y las casas!

Mira mejores salidas,
a tu alrededor, más cerca,
que tu decisión tan terca
no estropee tantas vidas.

No te amenazo ni aviso
con no comprar con tus visas,
que no es traidor quien avisa,
sino quien, con cruel sonrisa,
incumple sus compromisos.


[GRACIAS COMPAÑER@]                       

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