domingo, 30 de octubre de 2016

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Desconexión obligatoria del trabajo fuera del horario laboral

11/04/2014 Los empleados deberán apagar sus smartphones y medios técnicos corporativos. 
Publicamos esta noticia por lo actual de su contenido, ¿quien de nosotros no está sufriendo este problema en su empresa?, los gestores del negocio de nuestro sector están perdiendo los papeles, todo vale con el objeto de conseguir mejores resultados que su vecino. 
¿Su jefe le llama al móvil fuera del horario laboral? ¿Recibe e-mails de la oficina incluso los fines de semana?
En Francia, estas prácticas abusivas van camino de ser desterradasgracias a un acuerdo, firmado tras 6 meses de negociaciones, por las dos principales patronales de sociedades de ingeniera, informática, consultoría y estudios de mercado (Syntec y Cinov) con los sindicatos CFDT y CFE-CGC.
Como un anexo a la famosa ley de 1999 que garantiza un máximo de 35 horas laborables por semana, el actual documento subraya "la obligatoriedad de desconectar los terminales de comunicación a distancia" para facilitar el respecto de las franjas horarias de descanso establecidas por las normativas francesa y europea.
Aunque sólo se trata, por ahora, de una declaración de principios y el Ministerio de Trabajo galo no se ha pronunciado al respecto, el acuerdo representa un signo alentador para las organizaciones de trabajadores, ya que obliga a las empresas a desterrar esta fea costumbre y convertirla en un procedimiento de urgencia al que recurrir únicamente en situaciones excepcionales.
A partir de ahora, los empleados del sector de las tecnologías y los servicios deberán apagar sus smartphones corporativos entre las 6 de la tarde y las 9 de la mañana del día siguiente, así como ignorar los correos electrónicos relacionados con su actividad en el mismo horario.
La medida apunta a proteger a más de 1 millón de asalariados y cargos intermedios que suelen llevarse trabajo a casa y no desconectar nunca de las preocupaciones laborales.

'Depresión y ansiedad generalizada'

Para el dirigente de la CFE-CGC Michel de La Force, resulta imprescindible regular el "tiempo digital de trabajo" con el fin de evitar la sobre-explotación o incluso la auto-explotación del empleado fuera de la oficina y permitir que este "desconecte y se olvide del trabajo por unas horas".
Según el semanario político L'Express, que dedicó al llamado "burn-out" su portada hace algunas semanas, el agotamiento profesional es el mal de nuestro siglo, uno de cada cinco trabajadores lo sufren en el Hexágono y generalmente no ven llegar la crisis psicológica hasta que esta les cae encima.
"Se trata de una auténtica epidemia", explica el Doctor Francis Baumann, autor del ensayo "Burn-out: cuando el trabajo se convierte en una enfermedad" (Editorial Josette Lyon).
"Depresión, síndrome post-traumático y ansiedad generalizada"son los principales síntomas que enumera Jean-Claude Delgènes, director de Technología, gabinete especializado en la prevención de riesgos psico-sociales, quien afirma que cerca de 4 millones de franceses sufren esta variante nociva del estrés debido al trabajo excesivo o compulsivo y no son sólo empleados de alto y medio rango, sino también autónomos o trabajadores por cuenta propia.
Hace siete años, una serie de suicidios entre los asalariados del grupo de automoción Renault lanzó la voz de alarma en Francia. Todos se habían producido en el Technocenter de Guyancourt, en la región parisina, un fenomenal hormiguero donde 10.000 ingenieros y técnicos inventan el coche del mañana.
Al parecer, la decisión del presidente de la corporación, Carlos Ghosn, de lanzar 27 nuevos modelos en apenas tres años habría sido el desencadenante de unos horarios leoninos y unos proyectos de desarrollo tan intensos que obsesionaron a algunos de sus responsables hasta hacerles perder literalmente la cabeza.
Desde entonces, algunas empresas se han concienciado del problema y han empezado a tomar medidas. "Muchas han prohibido las reuniones demasiado tardías. En otras, la luz se apaga automáticamente a una hora determinada, para marcar el final de la jornada.
Algunas han creado normas de conducta para los empleados ordenándoles no responder correo fuera de las horas regulares", señala Anthony Poncier, socio de Publicis Consultants.
Y esta preocupación no es exclusivamente francesa. "Terminar la jornada de trabajo y poder disfrutar del tiempo libre es un derecho inalienable del trabajador", opina Detlef Wetzel, presidente del poderoso sindicato alemán IG Metall.
En ese sentido, Volkswagen tomó la decisión en 2011 de apagar sus servidores informáticos entre las 18.15 horas y las 7.00 de la mañana. Pronto, la empresa de telecomunicaciones Deutsche Telekom se adhirió a la idea. Y la iniciativa fue acogida con entusiasmo por el gobierno de Angela Merkel, que anunció en agosto del año pasado una reglamentación que prohibirá llamar o enviar mensajes a empleados, salvo en casos de emergencias.

Francia no es el único

Yendo un paso más allá en la voluntad de mejorar las condiciones de trabajo, el ayuntamiento de Gotenburgo (Suecia) ha anunciado esta semana que va a probar a reducir el horario laboral a sólo 6 horas diarias, sin recortar por ello el sueldo de sus empleados.
Según el alcalde de la ciudad, Mats Pilhem, ha quedado demostrado que tras seis horas de actividad, los trabajadores se cansan y su productividad baja. Con esta medida, que ya está dando buenos resultados en una fábrica local, el primer edil espera obtener mayor eficacia e incluso crear empleo.
Una directiva europea de noviembre de 2002 sobre Organización del Tiempo de Trabajo especifica que los asalariados de la UE no pueden ser obligados a trabajar más de 48 horas por semana.
Según Eurostat, en 2008, la semana laboral media en el Viejo Continente fue de algo menos de 41 horas por semana, que van de las 39 horas en Noruega a las 43 horas en Austria.
En Francia, la ley de las 35 horas es incumplida abundantemente por las profesiones liberales y los cuadros. Así, la Asociación Nacional de Abogados de Francia (CNB) ha detectado que, en 2008, el 44% de los letrados del Hexágono realizaron más de 55 horas de trabajo semanales para cumplir con las exigencias de sus bufetes.
De ahí el creciente "burn-out" que, ahora, con esta iniciativa en favor de la desconexión telefónica e informática, tal vez podría empezar a evitarse...
JUAN MANUEL BELLVER

jueves, 6 de octubre de 2016

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LA INFORMACIÓN ES PODER, DEUTSCHE BANK TIENE LO QUE SE HA BUSCADO




Ben-Artzi ha relatado cómo muchos otros analistas, no solo de Deutsche Bank, sino de varias entidades con sede en Nueva York, se quejaban del asunto en reuniones privadas o en encuentros «after eight». Todos ellos eran conscientes de que la valoración de riesgo que se hacía llegar a las autoridades no respondía fielmente a la realidad y la mayoría tenían miedo de las consecuencias que podría tener en sus carreras si se descubriese el asunto. La cuestión es que les daba más miedo aún perder el empleo y ser vetado en el sector. “En Wall Street, seguramente también en el resto del mundo, las dos principales motivaciones por las que la gente actúa son la codicia y el miedo”, juzga Ben-Artzi. “Y en mi caso fue el miedo, pero visto desde otro punto de vista. No quería pasar toda mi vida laboral sintiendo miedo, miedo de lo que ocurriría si se descubriese. Es cierto que he pagado un duro precio por ello, pero al menos no vivo con miedo.

El hecho de que Deutsche Bank, el mayor banco sistémico del mundo, se encuentre en estos momentos al borde de la quiebra, está directamente relacionado con un exempleado de la entidad, Eric Ben-Artzi, un analista de riesgo que trabajaba en Nueva York y que un buen día agarró varias cajas de documentos y se las llevó a la SEC para demostrar que el banco estaba inflando partidas deliberadamente, con el objetivo de lograr una modificación de la valoración de su exposición a productos derivados. Varias semanas antes había expuesto el asunto a sus superiores, pero no hubo reacción alguna en la entidad y, finalmente, se dirigió a las autoridades estadounidenses. Poco después fue despedido y su nombre sigue siendo hoy un tabú en las conversaciones entre el personal de Deutsche Bank.
En Francfort han corrido varios rumores sobre las posibles motivaciones que llevaron a este joven y brillante analista a dar semejante paso. Se ha hablado de un enfrentamiento personal con Robert Rice, uno de los encargados posteriormente de la investigación interna, y se ha hablado también de una oscura relación homosexual y una venganza. Pero a nadie escapa que esos rumores son interesados y contribuyen a desprestigiar al informante y, cuando Ben-Artzi ha sido preguntado por su motivación, ha respondido que “… bueno, yo era analista de riesgo, por lo que sencillamente hice mi trabajo. La pregunta debería ser por qué tantos otros antes que yo y tantos otros después no han hecho”.
Que no fue la codicia lo que hubo tras su denuncia es un hecho probado. La SEC quiso premiarle con una recompensa de 8,25 millones de dólares a repartir junto a Matt Simpson, otro analista que posteriormente también contribuyó con datos a la investigación. El dinero procedía de un fondo del Congreso estadounidense y fue ingresado en su cuenta bancaria después de que las autoridades estadounidenses hubiesen impuesto una primera multa a Deutsche Bank de 55 millones de dólares por sus irregularidades contables, con la que quedaba cerrado el caso.
La reacción del analista fue devolver el dinero y enviar un artículo a Financial Times en el que denunció que las “puertas giratorias” entre la directiva del banco y los organismos reguladores estaban sirviendo para que los ejecutivos del banco quedasen impunes. “En este caso, los mejores abogados de la SEC ocuparon antes puestos de responsabilidad en el banco, un ejemplo del movimiento de cargos entre el organismo y el banco, incluso cuando las investigaciones sobre la malversación de Deutsche Bank estaban en curso”, escribió, al tiempo que aseguraba que un caso civil no serviría para solucionar el caso, sino para traspasar el daño a los accionistas. A fecha de hoy, ante todo el que quiere escucharle, Ben-Artzi sigue pidiendo responsabilidades penales y apunta directamente a Robert Rice, abogado jefe encargado de la investigación al Deutsche Bank en 2011, que se convirtió en alto cargo de la SEC en 2013. También menciona a Robert Khuzami, abogado jefe del banco en EE.UU., que dejó su puesto para encabezar investigaciones en la SEC.
Inmediatamente después de la publicación de su artículo en «Financial Times», las autoridades estadounidenses calcularon de nuevo la sanción y propusieron al banco alemán una multa de 14.000 millones de dólares. Deutsche Bank no ha provisionado en sus cuentas mucho más de 5.000 millones de euros para gastos legales y la diferencia entre las dos cifras generó una espiral de desconfianza en su liquidez, cuando no en su solvencia, que ha tumbado su cotización y ha disparado los rumores sobre la necesidad de un rescate, pero si se habla de responsabilidades penales ni nadie cuestiona las puertas giratorias a las que se refiere el analista.
En su opinión, el auténtico origen de la crisis financiera es la permisividad con la que los directivos de bancos, que se benefician directamente a través de sus bonus del maquillaje de las cuentas y la estrategia, entren y salgan de los reguladores como Pedro por su casa. Y si a eso le sumamos que “a alguien se le ocurra hacer su trabajo”, podemos volver a darnos de bruces con otra crisis sistémica en cualquier momento.
ROSALÍA SÁNCHEZ